sábado, 17 de julio de 2010

Escuelas privadas en los países más pobres

Excelente artículo de James Tooley, director del E.G. West Centre for Market Solutions in Education de la Universidad de Newcastle en Inglaterra, traducido por Gabriela Calderón y publicado en español por el Cato Institute.

Escuelas privadas en los países más pobres - I Parte
*Por James Tooley

En abril del 2004, la Campaña Global para la Educación lanzó su auto-denominada “campaña más grande del mundo que jamás se haya hecho” en la que “los políticos y los líderes de 105 países se enfrentaron cara a cara con los niños”. Cerca de un millón de personas se unieron para “hacerse escuchar con respecto al derecho a la educación”. Nelson Mandela añadió su voz a los “millones de padres, profesores y niños alrededor del mundo” “que le piden a sus gobiernos que provean educación gratis, de buena calidad y educación básica para todos los niños del mundo”.

Sin importar qué tan bien intencionada, la Campaña Global para la Educación está pasando por alto algo importante que está sucediendo en los países en vías de desarrollo hoy: el crecimiento fenomenal de las escuelas privadas para los pobres.

Yo descubrí por primera vez el fenómeno de las escuelas privadas para los pobres mientras realizaba una consultación para la Corporación Internacional de Finanzas, el brazo de finanzas privadas del Banco Mundial, en Hyderabad, India, en el 2000.

Yo había acabado de publicar un argumento a favor de la privatización de la educación, Recobrando la educación (Reclaiming Education), y estaba luchando con la crítica proveniente aún de los lectores de criterio similar de que lo que yo argumentaba podría ser bueno para los países ricos, pero que ¿Qué pasaría con los pobres, especialmente en los países pobres? Esa crítica me molestaba. Yo sabía, por mi lectura del libro La educación y el Estado (Education and the State) de E.G. West, que los pobres en la Inglaterra victoriana eran en gran parte provistos por la educación privada, antes de que el estado se haya involucrado.

¿Por qué no ocurriría lo mismo con los pobres de hoy? Por curiosidad, yo dejé mi trabajo—observando a escuelas privadas de las elites y las clases medias—y fui a los barrios pobres que se encuentran por detrás del imponente Charminar del siglo 16 en el centro de la Ciudad Vieja. Y me sorprendí al encontrar escuelas privadas en casi cualquier esquina de la calle. Inspirado por eso, llegué a conocer muchos de los dueños, profesores, padres, y niños de las escuelas; yo aprendí cuáles eran sus motivaciones y dificultades y sus éxitos y requisitos.

Desde ese entonces he encontrado escuelas privadas en edificios con cicatrices de combate en Somaliland y Sierra Leona; en el pueblo pobre de Mokoko sostenido por cañas colocadas sobre las lagunas Lagos en Nigeria; esparcidas entre las chozas de cartón y hojalata del barrio pobre más grande de África, Kibera, Kenya; en los apretados municipios situados a lo largo de la costa de Accra, Ghana; en los barrios pobres y aldeas a lo largo de India; entre la “población flotante” de Beijing; en las remotas aldeas Himalayas de China.

De hecho, todavía me falta encontrar un ambiente de país en vías de desarrollo donde las escuelas privadas para los pobres no existen. Mis equipos han examinado áreas pobres—barrios pobres o pueblos pobres en y alrededor de las ciudades y aldeas más importantes habitadas por granjeros campesinos y pescadores—recorriendo cada calle y camino trasero, preguntándole a las personas en los mercados y en las calles a qué escuelas los pobres están mandando a sus niños. Y mientras hemos estado conduciendo los censos, hemos estado averiguando lo que más podemos sobre las escuelas, cómo son sus facilidades, si los profesores están enseñando, construyendo una idea comprehensiva de las escuelas privadas y comparándolas con la alternativa estatal. Luego, lo más importante de todo, hemos estado comparando el desempeño de los estudiantes de las escuelas privadas y estatales; examinando una población estratificada escogida al azar de 4,000 niños en cada país, escogidos en igual proporción de las escuelas privadas registradas, las escuelas privadas no registradas, y de las escuelas estatales; y usando técnicas avanzadas de estadística para controlar la mayor cantidad posible de variables de entorno, para descubrir si los pobres son mejor servidos por la educación pública o por la privada. Aunque el estudio no acaba y descubrimientos adicionales son anticipados, hay siete conclusiones que han emergido de la data que yo puedo reportar en términos generales.

Siete características de la educación privada para los pobres

Primero, hay datos sorprendentes sobre la provisión por el sector privado de escuelas para los pobres. En cada una de las áreas pobres estudiadas en detalle, hemos encontrado que una gran mayoría de las escuelas atendiendo a los pobres son privadas, con tanto una larga mayoría o una considerable minoría de padres pobres eligiendo la opción privada.

Segundo, en contra de las expectaciones, vemos que la mayoría de las escuelas privadas son administradas no como un esfuerzo filantrópico sino como negocios. Esas escuelas privadas son en gran parte creadas por empresarios locales que responden a la necesidad en sus comunidades. En general, luego de estudiar el ingreso reportado y el gasto de las escuelas privadas, podemos ver que son instituciones que generan ganancias — lo cual por supuesto ayuda a explicar por qué hay tantas de ellas — con la gran mayoría del ingreso de las escuelas viniendo de las pensiones escolares en vez de, como algunos podrían sospechar, de donaciones filantrópicas.

Tercero, hay grandes diferencias entre el salario y la dedicación de los profesores de las escuelas públicas y privadas que atienden a los pobres. Los profesores de las escuelas privadas son reclutados localmente de las comunidades atendidas, a diferencia de las escuelas estatales que son traídos desde afuera. A los profesores de las escuelas privadas se les paga un salario considerablemente menor que a los profesores de las escuelas públicas. Por eso las escuelas privadas nunca sufren de una escasez de profesores, sugiriendo que el precio demarcado para los profesores es mucho más bajo que aquel determinado por los sindicatos de profesores en las escuelas públicas. Cuando nuestros investigadores se han presentado sin aviso en la clase, en cada ocasión ellos han encontrado un ausentismo considerablemente mayor entre los profesores de las escuelas públicas que entre los de las escuelas privadas.

Cuarto, hemos descubierto diferencias estadísticamente relevantes en los ingresos de recursos entre las escuelas públicas y privadas. La proporción de estudiante a profesor es más baja en las escuelas privadas que en las estatales — y las comodidades tales como las bibliotecas, excusados, y el agua apta para el consumo son usualmente mejor provistas en las escuelas privadas antes que en las estatales.

Quinto, hay diferencias entre países en el costo relativo de la educación privada y pública. En los países en que la educación estatal es completamente gratis en el punto de entrega — India por ejemplo — claramente, las escuelas privadas cuestan más para los padres. Pero en otros países — China y Ghana, por ejemplo — donde las escuelas públicas cobran una pensión baja o un pequeño “impuesto”, vemos que algunas veces las escuelas privadas son mejores en ofrecer un precio más bajo que las escuelas públicas, porque los realmente pobres no pueden pagar la opción pública. Lo que hace a las escuelas privadas atractivas financieramente es que estas permiten a los padres pagar por día — tal vez 10 centavos al día — en lugar de tener que pagar el periodo completo en una sola suma como lo deben hacer para las escuelas públicas, aún cuando esto puede que resulte ser más barato si pudieran pagarlo. En Kenya, el gobierno ha introducido recientemente “la educación primaria gratis”, pero nuestras entrevistas con los padres indican muchos “costos escondidos” de las escuelas públicas, tales como el del requisito de usar uniformes, lo que en la práctica significa que las escuelas privadas de los barrios pobres muchas veces resultan ser más baratas.

Sexto, los dueños de las escuelas privadas están muy al tanto de los problemas de los más pobres de los pobres: para esos padres que son demasiado pobres para mandar a sus niños a una escuela privada, o como una ayuda para esos niños que se han convertido en huérfanos o que vienen de familias grandes, los empresarios de las escuelas — en cerca de un 20 por ciento de los lugares en una población de India y cerca de un 10 por ciento en la población estudiada de Nigeria — ofrecen becas gratis o subsidiadas.

Finalmente, nuestros primeros resultados en nuestra investigación del desempeño de los estudiantes demuestran que las escuelas privadas se han desempeñado considerablemente mejor que las escuelas públicas en matemáticas e inglés, luego de controlar para las variables de entorno que pueden haber conducido a determinada elección de tipo de escuela. Todo esto por un costo por estudiante considerablemente más bajo. Si nuestros resultados se sostienen ante el escrutinio, entonces parecería que los pobres están siendo razonables al mandar a sus niños a escuelas privadas en vez de a las públicas.

--> Continúa en el siguiente post.
 
---> Foto: Escuela en Addis Abbeba de la Fao
 
---> Tomado del Cato Institute
 
* James Tooley es director del E.G. West Centre for Market Solutions in Education de la Universidad de Newcastle en Inglaterra. El es el coeditor de What America Can Learn from School Choice in Other Countries (Cato, Mayo 2005), libro en el cual una versión más larga de este ensayo aparece. Además es el autor del estudio“La educación privada es buena para los pobres: Un estudio sobre las escuelas privadas atendiendo a los pobres en los países de bajos ingresos” (Cato, Diciembre 2005).

0 comentarios:

Publicar un comentario