sábado, 17 de julio de 2010

Escuelas privadas en los países más pobres - III Parte

Escuelas privadas en los países más pobres - III Parte

*Por James Tooley

Dos lecciones de la libertad para escoger en EE.UU.
 
Seguramente, la evidencia de las investigaciones de los países en vías de desarrollo puede poner la experiencia en un contexto más amplio, socavando aún más las aseveraciones de aquellos que buscan presentar el movimiento de libertad educacional como algo que beneficia sólo a los privilegiados. Los modelos innovadores de alrededor del mundo de la manera en que la educación privada fortalece la libertad para escoger y mejora las oportunidades para los más desfavorecidos, la evidencia con respecto a la efectividad de aquellos modelos en alzar los estándares, e historias resaltando la creatividad y la mentalidad empresarial de los educadores involucrados pueden jugar un rol importante en fortalecer los llamados a que haya la libertad educacional en EE.UU.
 
Sin embargo, tal vez la evidencia nueva de los países en vías de desarrollo puede ir más allá de eso. Muchos participantes en el debate de la libertad educacional actualmente parecen limitar sus ambiciones a la posibilidad de que la educación sea financiada mediante un recibo—esto es, donde el gobierno le cobra impuestos, luego permite que una parte de su propio dinero sea transferido a la escuela que usted elija dentro de las restricciones estrictas establecidas por el gobierno. Aquí parece asumirse que el financiamiento público de la educación es por lo menos un requisito no negociable.
 
Pero dos lecciones mucho más radicales son sugeridas por la evidencia descubierta en los países en vías de desarrollo, las cuales podrían implicar que tales voces en el debate de la libertad educacional para EE.UU. no están siendo lo suficientemente atrevidas.
 
La primera lección radical se trata del espíritu de auto-ayuda. Aquí, si una escuela pública está fracasando en los barrios marginales de Nueva York o Los Ángeles, nosotros asumimos que la única manera en la cual los desaventajados pueden ser ayudados es mediante algún tipo de intervención pública mediante los recibos, las escuelas públicas administradas por empresas de educación privada, o alguna otra propuesta de “libertad para escoger”. Pero los pobres en Asia no se sientan y se quedan con los brazos cruzados mientras están desposeídos y sin derechos (descripciones usadas por la elite demócrata para describir a los desaventajados en EE.UU.) consintiendo el fracaso de su gobierno hasta que alguien de afuera proponga tal reforma. En cambio, algunas de las personas más desaventajadas en este planeta participan en la auto-ayuda, votan con sus pies, se salen de las escuelas públicas, y meten a sus niños en las escuelas privadas que han sido puestas por los educadores-empresarios de sus propias comunidades que atienden las necesidades, sin ayuda externa.
 
¿Podrían las experiencias de los padres y los educadores-empresarios de aquellos países pobres inspirar una respuesta similar entre los desaventajados de las comunidades de EE.UU. también, y entre aquellos que quieren ayudarlos?
 
La segunda, y tal vez la lección más importante, la cual podemos aprender de los pobres en Asia y África es que no solo una mayoría de los pobres que hemos estudiado pueden pagar ellos mismos por la educación privada, sin la intervención estatal, pero es precisamente el pago de sus pensiones que parece mantener a estas escuelas con la habilidad de rendirle cuentas a ellos. Y la habilidad de rendir cuentas de la escuela, es la diferencia clave reconocida aún por los críticos de la educación privada, que mantiene los estándares más altos que en la alternativa pública. Si las escuelas privadas fuesen a ser traídas al sistema universal de recibos, como podría ser la ambición de muchos de los que proponen la libertad educacional en EE.UU., siendo los fondos estatales provistos para ellos a base de una calculación por cabeza, entonces esto podría socavar drásticamente o remover por completo la habilidad de los padres para asegurar la esencial habilidad de rendir cuentas.
 
La lección más importante de lo que está sucediendo hoy en los países en vías de desarrollo puede ser que el financiamiento público puede ser parte del problema, no de la solución. Un padre en nuestro estudio de Kenya lo puso de manera concisa. El se había aprovechado de la educación pública gratis cuando esta fue introducida, sacando a su niño de la escuela privada en los barrios pobres y metiéndolo en una escuela pública situada en las afueras del pueblo. Sin embargo, rápidamente desilusionado por lo que era ofrecido, el transfirió a su hijo de nuevo a la escuela privada. El nos dijo: “Si usted va al mercado y le ofrecen fruta y vegetales gratis, estarán podridos. Si usted quiere frutas y vegetales frescos, usted tiene que pagar por ellos”. Tal vez esa es una lección para aquellos que quieren mejorar la educación para los pobres en EE.UU.

---> Foto: Educal
---> Tomado del Cato Institute

* James Tooley es director del E.G. West Centre for Market Solutions in Education de la Universidad de Newcastle en Inglaterra. El es el coeditor de What America Can Learn from School Choice in Other Countries (Cato, Mayo 2005), libro en el cual una versión más larga de este ensayo aparece. Además es el autor del estudio“La educación privada es buena para los pobres: Un estudio sobre las escuelas privadas atendiendo a los pobres en los países de bajos ingresos” (Cato, Diciembre 2005).

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